Wednesday, July 30

Bolivia corre el riesgo de enfrentar mayores desequilibrios económicos y sociales en los próximos meses

Bolivia enfrenta una crisis inflacionaria y tensiones comerciales

En los últimos días, Bolivia ha estado en el centro de atención económica debido a dos desarrollos clave: la creciente inflación, que alcanzó niveles alarmantes en marzo, y las tensiones comerciales derivadas de nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos. Estos factores reflejan los desafíos estructurales que enfrenta la economía boliviana, marcada por un modelo fiscal insostenible y presiones externas.

Inflación: un problema creciente

El Instituto Nacional de Estadística (INE) informó que la inflación interanual en marzo de 2025 llegó al 14,6%, consolidando a Bolivia como el cuarto país más inflacionario de América Latina, detrás de Argentina, Venezuela y Cuba. Este incremento es significativo si se considera que en 2024 la inflación acumulada en el primer trimestre fue apenas del 0,74%, mientras que este año ya alcanza el 5% en el mismo período.

Los principales factores detrás de este aumento incluyen subas en los precios de alimentos básicos como pollo (9,45%), carne de res (4,45%) y tomate (25,58%). Además, sectores como transporte y bienes diversos también registraron alzas importantes. Estas cifras reflejan no solo problemas internos como la escasez de productos básicos y el encarecimiento de insumos, sino también las consecuencias de una política monetaria limitada por la caída de las reservas internacionales.

Impacto del nuevo arancel estadounidense

A nivel internacional, Estados Unidos impuso un arancel del 10% a las importaciones bolivianas, afectando sectores clave como minería, castaña y quinua. En respuesta, el gobierno boliviano busca diversificar mercados hacia Europa y Asia para mitigar este impacto. Según el ministro de Economía, Marcelo Montenegro, países europeos ya han mostrado interés en productos como el estaño metálico.

Esta medida agrava una situación económica ya complicada por un déficit fiscal persistente (proyectado en 9,7% del PIB para 2025) y una deuda pública que podría alcanzar el 84% del PIB según BMI. La presión sobre las exportaciones amenaza con reducir aún más la liquidez en dólares y aumentar las tensiones cambiarias.

Reacciones internas: propuestas para frenar la crisis

En el ámbito interno, sectores empresariales han pedido medidas urgentes para contener la crisis. La Cámara Nacional de Industrias (CNI) propuso congelar los salarios en 2025 para evitar una espiral inflacionaria que afecte aún más la inversión y el empleo formal. Este planteamiento refleja las preocupaciones sobre la pérdida de competitividad y el aumento del contrabando debido a costos laborales elevados.

Por su parte, el gobierno anunció la creación de comités barriales para combatir la especulación en los precios de alimentos básicos. Aunque esta medida busca aliviar las tensiones sociales inmediatas, no aborda los problemas estructurales subyacentes como la dependencia del endeudamiento externo y la falta de diversificación productiva.

Contraste entre medios y perspectivas

Mientras medios internacionales como Bloomberg Línea destacan la gravedad de la crisis inflacionaria y sus implicaciones macroeconómicas, otros enfoques locales subrayan las respuestas gubernamentales como intentos para contener los efectos inmediatos. Sin embargo, analistas coinciden en que estas medidas son insuficientes sin reformas estructurales profundas.

Conclusión

La economía boliviana se encuentra en un punto crítico. La combinación de una inflación descontrolada, tensiones comerciales externas y un déficit fiscal elevado plantea desafíos significativos para el gobierno de Luis Arce. Si bien las iniciativas para diversificar mercados y controlar precios son pasos necesarios, será crucial implementar reformas estructurales que estabilicen las finanzas públicas y fortalezcan la capacidad productiva del país. Sin estas acciones, Bolivia corre el riesgo de enfrentar mayores desequilibrios económicos y sociales en los próximos meses.